miércoles, 14 de enero de 2015

LOS DEBERES CONYUGALES


LOS DEBERES  CONYUGALES  (Ef 5:21-23)
                                              
La Sumisión Mutua (v. 21)
Es importante considerar primero este versículo porque describe las consecuencias de la plenitud del Espíritu. Además de hablar, cantar,  alabar y dar gracias debemos añadir someter.  Se trata de un versículo de transición que hace de puente entre dos secciones. Esta noción de sumisión  está siendo contestada fuertemente en nuestros días porque se opone a las actitudes actuales permisivas.
1° ¿Cómo Debemos Reaccionar Frente a Esta Corriente Moderna?
Los que creemos en Cristo debemos reconocer que en la historia de la Iglesia ha habido épocas en que se ha ayudado a perpetuar algunas formas de opresión  humana, pero en el texto que hemos leído no hay nada que resulte inconsistente con la verdadera liberación, puesto que Jesucristo fue el primero que honró a las mujeres, los niños y los siervos en contra de la manera que eran tratados en su tiempo y no debemos pensar que el apóstol Pablo  escriba de manera contraria a las actitudes fundamentales de Jesús.
Así, pues, a la luz de la enseñanza de Jesús y los apóstoles, podemos afirmar tres verdades importantes:
La dignidad de la mujer, los niños y los siervos, la igualdad ante Dios de todos los seres humanos sin distinción de etnia, rango, clase, cultura, sexo y edad porque todos hemos sido hechos a su imagen; la unidad de todos los cristianos, como miembros de la familia de Dios.
2° La sumisión de la que habla Pablo no significa inferioridad.
Debemos captar la diferencia entre las personas por un lado y su papel o función, por el otro. Esposos y esposas, padres e hijos, amos y siervos tienen la misma dignidad como seres humanos, pero ejercen funciones diferentes dadas por Dios. El Señor ha establecido un ordenamiento de la  vida humana en el que hay algunas funciones de autoridad o liderazgo. Se trata de una autoridad delegada por Dios porque la palabra griega traducida por “someter” incluye el término “orden”.
La sumisión es el reconocimiento humilde del ordenamiento divino del esposo y la esposa, la iglesia, y tiene su aplicación también en la sociedad. Como iglesia, todos como creyentes, debemos someternos unos a otros; pero en cuanto a la función de autoridad, están los ancianos y pastores, a los que nos sometemos, siempre que sus decisiones estén fundamentadas en la Palabra de Dios; porque tiene que haber orden, y no anarquía.
3° Sumisión, No es Humillación
Dios, nunca quiso humillar a las esposas por el hecho de estar sumisa a su esposo; sino que El estableció el mismo orden que tiene en el cielo, lo estableció aquí en la tierra (1°Cor.11:2-3).
  Por lo tanto, de la misma manera se dice a las esposas que se sometan a los esposos como al Señor, que es el, que tiene la autoridad; a los hijos que obedezcan a sus padres en el Señor, y a los siervos que sean obedientes a sus amos terrenales, como a Cristo. O sea, que detrás del esposo, los padres, y los amos, deben discernir al mismo Señor quien les ha dado su autoridad.
Lo mismo sucede con la sumisión mutua de todos los cristianos ya que es en el temor de Cristo, que debemos someternos unos a otros, ya que es Él quien ostenta la autoridad como Señor, pero también se humilló como siervo.
Ahora bien, esta autoridad no significa obediencia incondicional o ilimitada. Cuando se utiliza mal, ordenando lo que Dios prohíbe o prohibiendo lo que Dios ordena, entonces nuestro deber es rehusar la obediencia porque estaríamos desobedeciendo a Dios.
4° El deber de las esposas (vv. 22-24)
Encontramos dos razones para la sumisión de la esposa, la primera  surge de la creación y se refiere a que el esposo es “cabeza” de la esposa (cabeza significa, primero Gn.2:7,18,21); y la segunda, de la redención  y se refiere a Cristo como cabeza de la iglesia (Ef.1:22; 4:15; Col.1:18).
Estar sujetas a sus maridos como al Señor (v. 22,23).
Pablo no expone aquí el origen de la autoridad, ya que para eso debemos ver otros pasajes (1 Co. 11:3-12 y 1 Ti. 2:11-13). Ambos pasajes nos remiten a la narración de Gn. 2 y señala que la mujer fue hecha después del hombre, pero añade, que el hombre también nace de la mujer.
De manera que ambos son “dependientes”  el uno del otro. Pero como Pablo basa su argumento sobre la autoridad del hombre en el relato de la creación,  tiene validez permanente y universal.
La nueva creación en Cristo nos libra de la distorsión de las relaciones entre sexos causada por la caída; pero establece la intención original de la creación.
Fue a este comienzo al que Jesús apeló cuando habló acerca del matrimonio. Evidentemente, hombres y mujeres somos iguales ante Dios, pero no idénticos. Dios ha creado al  ser humano masculino y femenino a su semejanza, así que ambos llevan su imagen, pero cada una complementa la otra. De ahí que podemos sostener  la igualdad y complementariedad a la vez de ambos.
5° ¿Cuál Es, Pues, La Distinción?
La respuesta es que Dios ha dado al hombre (y especialmente al esposo en la relación matrimonial), una cierta autoridad y que la esposa se encontrará a sí misma, y descubrirá su verdadera función dada por Dios; no en la rebelión contra Él o a su mandato, sino en la sumisión voluntaria y gozosa. 
6° Estar Sujetas Como La Iglesia a Cristo (v. 24).
a)     Para entender lo que es el gobierno del esposo en la nueva sociedad que Dios ha inaugurado, necesitamos mirar a Cristo 1°Cor.11:3).

b)    Porque el Señor es la referencia a la que Pablo señala  al utilizar las palabras “cabeza” y “sumisión”.  El hecho de que Cristo es la cabeza de la iglesia  ya lo vimos en 4:15-16 y es partir de ahí que el cuerpo deriva su salud y crece hacia la madurez.                                                                                                                     
c)     La autoridad de la  Iglesia, depende de cuánto se  somete a la autoridad de la cabeza. Su autoridad expresa   cuidado más que control, responsabilidad más que gobierno.
Esta verdad se ve apoyada por la frase final del v. 23: “y él es su Salvador”. El que el esposo sea cabeza de la mujer  es semejante a que Cristo lo sea de la iglesia, entonces la sumisión de la  esposa es  similar a la de la iglesia (v. 24). No hay nada vejatorio en esto, porque la sumisión no es una obediencia “ciega” a sus reglas, sino una aceptación agradecida de su cuidado.
d)    La sumisión y el respeto que se exhorta a la esposa específicamente a tener por el esposo,  no es de manera alguna la sumisión de un gatito, o la de un perro temeroso.  Pablo está pensando en un vínculo voluntario, libre, gozoso, como lo muestra la analogía de la relación de la iglesia con Cristo”.
7° El deber de los esposos (vv. 25-33)
Si la palabra que caracteriza el deber de la esposa es “sumisión”, la que caracteriza el deber del esposo es “amor”. Mientras los estoicos de la época de Pablo enseñaban a los esposos a “amar” utilizando el verbo “phileo” (amor de amistad), el apóstol usa el “amor-agape”, fuerte, sacrificial, en el matrimonio. Pablo utiliza dos analogías para ilustrar el cuidado amoroso que el esposo debe tener por su esposa.
8° El esposo debe amar a la esposa, como Cristo amó a la iglesia  (vv.25-27).
a)     El apóstol usa cinco verbos para indicar los pasos sucesivos del compromiso de Cristo con la iglesia: 1°“la amó, 2°se entregó a sí mismo por ella, 3°para santificarla, 4°la purificarla (sin mancha ni arruga), 5°para presentársela a sí mismo”.
No puedo detenerme en cada uno de estos aspectos que merecerían otro mensaje.  
b)    Lo que sí debemos ver son las consecuencias prácticas: Cristo como cabeza no somete a la iglesia ni la aplasta, sino que se sacrifica por ella para servirla a fin de que ella pueda llegar a ser lo que él desea. Así también el esposo nunca debería usar su autoridad para anular a su esposa. Este es el papel que el esposo debe desarrollar en su hogar.
9° El esposo debe amar a la esposa como a su mismo cuerpo       (vv.28-30).
a)     Da la impresión que Pablo desciende a un nivel más carnal del amor hacia uno mismo, pero la razón es que  es realista. La verdad es que nadie aborreció a su propia carne, sino que la sustenta y la cuida; aunque, muchas  veces, el hombre maltrata y explota su cuerpo con vicios innecesarios pero, cuando el cuerpo comienza a sufrir las consecuencias del maltrato, corre al médico, procura de hacer algo. Claro está que el ama a su cuerpo, aun cuando no está entendiendo.
Esta exhortación es coherente no sólo con el cuidado y sustento de la esposa, sino porque también han llegado a ser una sola carne, expresión de unión total.
Conclusión:  
Este pasaje nos enseña que la sumisión es un deber cristiano general. La instrucción no es “casadas someteos, esposos dirigid”, sino “casadas someteos, maridos amad”. Lo que el apóstol enfatiza no es la autoridad sobre la esposa sino su amor por ella. La cabeza envuelve un grado de iniciativa  e implica sacrificio un darse por amor.
La cabeza, avisa el cuerpo donde está afectado, cuando se  manifiesta algo anormal, porque la  función de la cabeza es exactamente esta: cuidar el cuerpo. El cerebro envía una señal al lugar donde debe ser tratada; produciendo un dolor o comezón;  porque la  cabeza ama el cuerpo.
Hay esposos mañeros  y egoístas que usa mal la  autoridad, convirtiéndose  en un dictador; le  mantiene a la esposa  y los  hijos bajo un yugo de esclavitud; cree que su autoridad esta en, regir conforme a sus conceptos erróneos, y cuando quedan viejos, se transforma en un viejo insoportable; cree que todos le  tiene que prestar atención a  el y atenderlo porque el es el jefe dominante.
Esa no es la autoridad de cabeza que el Señor nos  ha delegado; la cabeza  ha de cuidar del cuerpo por con preocupación y esmero. La cabeza, no andará sin cuerpo, por lo tanto, cuidará de su cuerpo con mucho amor.
Así también el esposo, no andará sin su cuerpo que es su esposa. La cabeza que  anda sin cuerpo, es un fantasma.
Esposas, sométanse con humildad al cuerpo que es su esposo; esposo, amen a su esposa como a su propio cuerpo.

Pastor Reinaldo Díaz