LA VOLUNTAD
VERSUS EMOCIONES
Introducción. No hagas casos a las demandas de tus emociones, concéntrate a
tu voluntad que ha sido entregado a Dios (si es que lo has hecho).
Una mujer que había
ingresado a esta vida nueva de “Escondida en Cristo (Col. 3:1-25), se
confrontaba a una posible prueba. Todas las emociones que había dentro
de ella se levantaron en rebelión en su contra; y si hubiera considerado
sus emociones como su rey, habría caído en absoluta desesperación. Mas ella
había aprendido este secreto de la
voluntad, y sabiendo que en lo más íntimo de su ser ella había escogido con
todo su corazón, la voluntad de Dios como su porción diario, no hizo caso ni en
lo más mínimo a sus emociones, sino que persistió en enfrentar
todo lo concerniente a su prueba con las palabras repetida vez tras vez: “¡sea
hecha tu voluntad!”
Afirmó en la cara de sus mismos sentimientos de rebelión, que
había sometido su voluntad a Dios y que la voluntad de Dios sería su delicia. El
resultado fue que en un increíble espacio corto de tiempo, había logrado llevar
cautivo todo pensamiento a la obediencia
a Cristos, y comenzó a darse cuenta que aun sus emociones se estaban
regocijando en la voluntad de Dios (2°Cor. 10:3-5).
La Palabra de Dios nos dice: “Te haré entender, y te enseñaré
el camino de debes andar; sobre ti fijaré mis ojos” (Salmos 32: 8). “Jehová
es bueno, fortaleza en el día de la angustia; y conoce a los que en El
confían” (Nahum 1:7). “Porque Dios es el que en vosotros produce así el querer
como el hacer” (Fil.2:13).
He aquí otro caso: había una
mujer que tenía un pecado que el
atormentaba. En sus emociones le gustaba muchos, pero en su voluntad le odiaba.
Creyendo necesario estar bajo el control bajo sus emociones, vivía con la idea
de que ella no era capaz de vencerlo, a menos que sus emociones fueran
cambiadas.
Sin embargo, un día aprendió este secreto concerniente a la
voluntad, y metiéndose en su cuarto en secreto, oró diciendo: “Señor, tu puedes
ver que con mis emociones amo este pecado ¡pero en mi verdade4ra personalidad,
la detesto! Hasta ahora, mis emociones es la que han tenido el control; pero
ahora, pongo mi voluntad en tus manos, y
obra en ella. Nunca más permitiré la entrada a
mi voluntad; y ahora Señor, obra en mi el querer como el hacer por tu
buena voluntad”.
Inmediatamente comenzó a encontrar liberación. El Señor tomó
posesión de la voluntad de esta Mujer rendida a El de esta manera, y comenzó
a obra en ella por medio de su propio
poder, de tal manera que la voluntad de Él en el asunto arrebato el control
sobre la emociones de ella, encontrando la
liberación, no mediante el poder de
un mandamiento externo, sino por el poder interior del Espíritu de Dios,
“obrando en ella lo agradable delante de
los ojos de Él”.
Y ahora, amado hermano, permíteme mostrarte cómo aplicar este
principio a tus dificultades. De tomar en cuenta tus emociones, porque no son
sino solo tus siervos; si de ti debes obedecer algo, es a tu voluntad la cual
es la que gobierna realmente tu ser ¿La has entregado a Dios? ¿Las has puesto en sus manos? ¿Es tu voluntad la que
debes creer? ¿Escoge tu voluntad obedecer?
Si este es el caso, entonces tu estas en las manos de Dios, y
tu eres el que decides de creer, así como obedecer; porque la voluntad tuya
eres tú mismo en realidad, y las cosas están hechas. El trato con Dios es real
cuando solo la voluntad actúa, y como cuando las emociones coinciden. Tal vez
no te parezca real, pero antes los ojos de Dios ¡Es real!
Ya cuando te hayas adueñado de este secreto, y hayas
aprendido a no hacer caso a tus
emociones, sino simplemente al estado de tu voluntad, todo los mandatos de las Escrituras, de entregar todo
tu ser a Dios, presentarte como un sacrificio vivo para Él, permanecer en
Cristo, andar en la luz, morir a sí
mismo, todas estas cosas te son posibles; porque estas consiente que en toda que
en todas estas cosas tu voluntad puede
actuar, y puede tomar el lado de Dios. Por el contrario, si hubiera sido tus
emociones las que lo hubieran hecho, y sabiendo que son absolutamente
incontrolables, estarías sumido en desesperación.
Cuando, pues, te asalte este sentimiento de irrealidad e
hipocresía, no permita que te turbe. Pues está solo en tus emociones, y no vale
la pena pensar en ello ni solo por un
momento. Solo procura que tu voluntad este en las manos de Dios, y que tú
mismo, te has entregado a sus disposiciones, y que tus decisiones están al lado
de Él; y déjala allí.
Tus agitadas emociones, cual un barco anclado sacudiéndose,
que gradualmente se deja dominar por la sujeción estable del cable,
encontrándose atada al poder de Dios por
una decisión de tu voluntad, y ceder toda fidelidad a Él; y tarde o
temprano comprobarás la verdad de eso que se dijo: “El que quiera hacer la voluntad de Dios, conocerá si la
doctrina es de Dios” (Jn.7:17).
La voluntad es como una
madre sabia en su tiempo de cuidar a sus hijos. Los sentimientos son como un puñado de niños
mañeros y llorones, que se quejan y
claman a cada rato. La madre se fija en
cierta manera de acción que cree ser la
mejor y la más apropiada. Los
“niños” se rebelan en su contra, dando vocerío que no funcionará. Pero la madre, sabiendo que ella es la que ordena, y no ellos, se dedica a la
forma de acción que se ha fijado, con
calma y cariñosamente, aun en contra de sus gritos; y el resultado es que tarde
o temprano los niños son ganados y aceptan la acción que la madre ha decidido, aceptando todas sus
decisiones, y todo es armonía y felicidad. Por otro lado, si la madre hubiera permitido a los niños pensar
aun por un momento que ellos eran lo que
ordenaban en lugar de ella, la confusión reinaría sin restricción ¿Y en cuantas
almas en este mismo momento no reina sino la confusión? ¡Simplemente porque se
ha permitido a los sentimientos gobernar, en lugar de la
voluntad!
Recuerda que lo que es lo más real en tu experiencia, es
aquello que tu voluntad decide, y no el veredicto de tus emociones; y que está
más expuesto a la hipocresía y a la
infidelidad al obedecer la voz de tus sentimientos, que cuando te has aferrado
a las decisiones de tu voluntad. Así que si tu voluntad está al lado de Dios,
no eres un hipócrita en el momento de declarar como suya, la bendita realidad
de pertenecerle completamente a Él, aun cuando tus emociones digan lo
contrario.
Esta es parte de una publicación que se ha publicado hace
unos años, en la revista cristiana “Heraldo de Su Venida”. Puedes escribirme a: reinaldodiaz077@gmail.com y con mucho
gusto te estaré contestando.