EL TRIBUNAL DE CRISTO
2 Corintios 5:10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)
10 Porque es necesario que todos nosotros
comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según
lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.
La Palabra de Dios, nos Habla de Dos
Grandes Juicios:
1º El Tribunal De Cristo (2ºCor.5:10)
2º El Tribunal Del Gran Trono Blanco
(Ap20:11)
¿Cuál es la diferencia de entre estos
dos juicios?
a) En el primer tribunal, serán juzgados los salvo
según el texto mencionado de 2ºCor. 5:10 Este juicio, no es un juicio de condenación, sino de “recompensas”.
Por
eso el apóstol Pablo, nos insiste en sus epístolas que la salvación es por gracia y no por obra. Si la
salvación fuese por obras, nadie sería salvo; porque los judíos intentaron
continuar en la dispensación de la
gracia, ser salvo por medio de las
obras. Esto haría nulo el sacrificio de
Cristo.
Porque las obras de los salvos le sirve para
recibir las recompensas; pero no sirve para salvarlos.
Las obras, manifiestan adonde está parado el creyente, si es salvo o no (Gálas 6:4), pero nunca jamás
serán justificados delante de Dios por las obras, porque Dios conoce nuestra
condición.
Así
que si todos los creyentes que predican que son salvos por las obras, han
anulado para sí mismo la gracia salvadora de Dios (Ef.2:8-9).
b) Asique, el Juicio en Cuestión, es para la
recompensa de los salvos “Sea Buena o,
Sea Mala”. Indicando perfectamente de cristianos carnales que en su vida,
hicieron malas obras pero, abrazaron la fe en Cristo.
c) Muchas personas que comparecerán delante del juicio
final del trono blanco, se perdieron
porque pensaban que la salvación era difícil; cuando en realidad, no lo es.
Por
eso, la Biblia nos habla de los tres tipos de creyente: “Creyente carnal,
creyente natural y el Creyente espiritual. De estos tres, solo uno no es salvo;
el cual es el creyente “natural”. Este
nunca fue regenerado por el Espíritu Santo y el agua de la Palabra de Dios (Jn.
3:5; Ef.5:26).
Pastores! Sepan distinguir entre sus ovejas, quienes son los que corren el riesgo de no estar listos para encontrarse con su Señor.
Es nuestro deber aprender a conocer el estado de nuestras ovejas; porque somos nosotros quienes debemos rendir cuentas por ellos.
Nuestra recompensa dependerá de nuestros trabajos y de cómo los hemos atendidos ¿Los hemos preparados las ovejas del Señor, sanos y limpios?