martes, 29 de septiembre de 2020

 EL TRIBUNAL DE CRISTO

2 Corintios 5:10 Reina-Valera 1960 (RVR1960)

10 Porque es necesario que todos nosotros comparezcamos ante el tribunal de Cristo, para que cada uno reciba según lo que haya hecho mientras estaba en el cuerpo, sea bueno o sea malo.

La Palabra de Dios, nos Habla de Dos Grandes Juicios:

1º El Tribunal De Cristo (2ºCor.5:10)

2º El Tribunal Del Gran Trono Blanco (Ap20:11)

¿Cuál es la diferencia de entre estos dos juicios?

a)   En el primer tribunal, serán juzgados los salvo según el texto mencionado de 2ºCor. 5:10 Este juicio, no es un juicio de condenación, sino  de “recompensas”.

Por eso el apóstol Pablo, nos insiste en sus epístolas que la salvación es por gracia y no por obra. Si la salvación fuese por obras, nadie sería salvo; porque los judíos intentaron continuar en la dispensación  de la gracia, ser salvo por medio  de las obras. Esto haría nulo el sacrificio  de Cristo.

Porque las obras de los salvos le sirve para recibir las recompensas; pero no sirve para salvarlos. Las obras, manifiestan adonde está parado el creyente, si  es salvo o no (Gálas 6:4), pero nunca jamás serán justificados delante de Dios por las obras, porque Dios conoce nuestra condición.

Así que si todos los creyentes que predican que son salvos por las obras, han anulado para sí mismo la gracia salvadora de Dios (Ef.2:8-9).

b)   Asique, el Juicio en Cuestión, es para la recompensa de los salvos “Sea Buena o, Sea Mala”. Indicando perfectamente de cristianos carnales que en su vida, hicieron malas obras pero, abrazaron la fe en Cristo. 

c)   Muchas personas que comparecerán delante del juicio final del trono blanco,  se perdieron porque pensaban que la salvación era difícil; cuando en realidad, no lo es.

Por eso, la Biblia nos habla de los tres tipos de creyente: “Creyente carnal, creyente natural y el Creyente espiritual. De estos tres, solo uno no es salvo; el cual  es el creyente “natural”. Este nunca fue regenerado por el Espíritu Santo y el agua de la Palabra de Dios (Jn. 3:5; Ef.5:26).

Pastores! Sepan distinguir entre sus ovejas, quienes son los que corren el riesgo de no estar listos para encontrarse con su Señor.

Es nuestro  deber aprender a conocer el  estado  de  nuestras ovejas; porque somos nosotros quienes debemos rendir cuentas por ellos.

Nuestra recompensa dependerá de nuestros trabajos y de cómo los hemos atendidos ¿Los hemos preparados las ovejas del Señor, sanos y limpios?